Cómo se hizo la Cantanta del adelantado Don Rodrigo...

(Historia contada por Ernesto Acher, uno de los creadores de la obra)

   Cuando estábamos preparando lo que luego sería “Mastropiero que nunca” ocurrió algo rarísimo. Carlitos era el maestro de ensayos y con su acostumbrada meticulosidad, a medida que avanzábamos en la preparación y se iban ajustando las “puestas en escena”, iba tomando los tiempos de las obras para establecer la duración total. El final del show estaba reservado para la “Visita a la Universidad de Wildstone” y todo iba aparentemente viento en popa hasta que, faltando poco más de una semana para el estreno, nos dimos cuenta que nos faltaban como veinte minutos de espectáculo!!! Revisamos y revisamos y no había caso, tal vez entusiasmados con las cosas fantásticas que iban saliendo nos habíamos confiado pero nos habíamos quedado muy cortos... Empezamos a revisar los papeles buscando alguna idea salvadora, en la “carpeta creativa”, en los apuntes, casi en cuanto papel estuviera rondando por nuestras casas.

   Hasta que en una reunión se decidió intentar hacer algo con una idea que se me había ocurrido un tiempo antes y que estaba por ahí arrumbada: dado que estaba de moda hacer “cantatas” históricas la propuesta era contar las aventuras de un adelantando español muy despistado que en vez de entrar por el Caribe y bajar, entraba por el Río de la Plata y subía, “a contramano de los conquistadores”. Tenía muchas puntas para explotar por la posibilidad de mostrar las diferentes músicas a lo largo de su recorrido y además terminar en el Caribe con una “salsa”, con lo que podía ser un mejor candidato para cierre de show. La comisión la formamos Jorge, Pucho y yo, y “Don Rodrigo” fue una de las obras más largas del repertorio y la que ostentó el record de menor tiempo: tres días (y sus noches, claro...)

   El primer día armamos el recorrido y el esquema general de relato, el segundo día escribimos los textos, Jorge y Pucho fueron haciendo los ajustes y coordinando con Marcos, que sería el relator, mientras yo ponía los textos de Don Rodrigo en verso de pie quebrado, y a la par de todo esto Jorge componía las intervenciones de Don Rodrigo, yo los temas de los distintos episodios y Pucho hacía los ajustes finales y coordinaba semejante operativo. Claro, no era cada uno por su lado, todos hacíamos un poco de todo y a una velocidad de vértigo... Pero la cosa no terminó ahí...

   Don Rodrigo había sido pensado para Daniel y al comenzar los ensayos nos encontramos con que a Daniel no le resultaba fluido el acento español y el tener que apegarse a un texto “fijo”, por otra parte larguísimo, lo tenía incómodo y no muy a gusto. Y en eso se fueron un par de ensayos, y otra vez atrancados, y con la fecha encima... Mi memoria ya no es muy buena pero creo recordar que hubo una postergación de una semana. La cuestión es que luego de ese par de ensayos y muchos nervios Marcos propuso que yo hiciera Don Rodrigo y que Daniel pasara a jugar de “líbero” en el grupo instrumental. Y resultó un buen enroque pues creo haber hecho un buen Don Rodrigo y además Daniel, al estar suelto, estaba en su salsa inventando gags. En el video de “Mastropiero que nunca”, sobre el final, se nos ve a Marcos y a mí tratando de taparnos las caras, y no era fingido porque estábamos muertos de risa por la cosas que Daniel decía en medio de su delirio de “Aquí toco yo”. Y cada vez que lo hacía agregaba cosas, algunas “publicables” y otras no, pero dichas con tal habilidad que el público no se enteraba... Aunque no compartida por todo el grupo, mi convicción es que la “Cantata de Don Rodrigo” fue uno de los mejores y más exquisitos productos de una irrepetible época de Les Luthiers.

Ernesto Acher.
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