Teresa y el oso |
Ficha de la versión | |
Obra | Teresa y el oso |
Versión |
Espectáculo "Recital 75" |
Fecha | Viernes, 25 de julio de 1975 |
Duración |
00:04:40 (Introducción) 00:18:40 (Obra) |
Marcos Mundstock:
El presente recital del conjunto de instrumentos informales Les Luthiers estará dedicado a ilustrar un período de la vida del célebre compositor Johann Sebastian Mastropiero. Se trata del así llamado "período gitano" de Mastropiero, vinculado con su protegido, Azuceno Mastropiero. Se considera como comienzo de esta etapa la fecha en que Mastropiero tomó a su servicio a la gitana Azucena. En ese entonces, Mastropiero comenzaba a componer su cuento orquestal para la niñez "Teresa y el Oso".
Dice el compositor en el prefacio a la primera edición de esta obra: "He concebido mi cuento orquestal "Teresa y el Oso" como un homenaje a mi propia infancia. De niño, yo poseía una agraciada voz y muy temprano comencé a cantar en la Iglesia, hasta que se despertó el sacristán. El bondadoso anciano, impresionado por mi voz, me llevó ante el maestro de capilla, un obeso sacerdote que había dejado los hábitos y no se acordaba dónde. Él fue mi primer maestro de música y el que sembró en mí el deseo de componer alguna vez un cuento orquestal; en mi... o en cualquier otro tono. Concretamente", sigue diciendo Mastropiero, "los personajes de Teresa y el Oso están inspirados en Libi y Dini, mis dos ositos de felpa, y en Teresa Hochzeitmeier, mi nodriza. Con ellos yo dormí hasta los cinco, siete y veintiséis años, respectivamente".
El conjunto de instrumentos informales Les Luthiers ha de iniciar su recital de esta noche con la ejecución del cuento orquestal para la niñez "Teresa y el Oso" de Johann Sebastian Mastropiero. Los distintos personajes del cuento estarán representados cada uno por un diferente instrumento de la orquesta:
El latín o violín de lata solista representará a la Princesa Teresa.
El glamocot será el Oso Libidinoso.
El yerbomatófono d'amore, la Vaca Resaca.
El Jabalí Alí se identificará con el alt-pipe a vara.
La Mulita Julita, el charango.
El tubófono silicónico cromático será el Pajarillo Amarillo.
El trío de kazoos, los tres gansos... los tres Gansos Mansos del cuento.
La Bruja Granuja, el glisófono pneumático.
Un instrumento especialmente diseñado para el caso representará al cascarudo... al Cascarudo. Este instrumento se llama... el cascarudo.
El Molusco Pardusco, a cargo del gom-horn da testa con sordina.
Y por último, el bass-pipe a vara simbolizará los bajos instintos de la Princesa.
Les Luthiers interpretan a continuación el cuento orquestal para la niñez "Teresa y el Oso" de Johann Sebastian Mastropiero.
(Comienza la música de la obra)
Marcos Mundstock:
Aquella habría sido una tranquila mañana de otoño en el bosque, una mañana de otoño común y corriente, si no fuera porque ya eran las cuatro de la tarde y estaban en verano. Todos los animales habían sido citados por la Princesa Teresa en un claro del bosque para averiguar cuál de ellos era su prometido, el Duque Sigfrido el Erguido. El Duque había sido hechizado por la Bruja Granuja, que no sólo lo había transformado en un animal del bosque sino que, además, le había quitado la memoria.
El Pajarillo Amarillo cantaba alegremente. (Suena el tubófono). El pajarillo decía: "Sólo el amor de la Princesa puede devolver la forma humana al Duque". En ese momento, se presentó el Jabalí Alí. (Suena el alt-pipe). El jabalí preguntó: "¿Por lo de la princesa es aquí?". "Sí", dijo el pajarillo, "nos han citado a todos. A propósito, ahí viene el cascarudo". (Suena el cascarudo). Por último, apareció arrastrándose el Molusco Pardusco. (Suena el gom-horn). El molusco dijo: "He perdido mi caparazón, ¿no lo han visto?". Y el pajarillo le respondió: "Hubieras pagado el alquiler".
En ese momento, llegaba corriendo la Mulita Julita. (Suena el charango). "¿Qué te pasa?" , preguntó el pajarillo. "¡Ay!" , se quejó la mulita, "Me persigue el Oso Libidinoso". Y apareció corriendo tras ella el Oso Libidinoso. (Suena el glamocot). El Oso perseguía a la mulita ofreciéndole una margarita y recitándole un poema que decía: "Sublime éxtasis de amor, mulita, que acelera mis latidos, vayamos, vayamos, vayamos, vayamos, vayamos pronto". El molusco se interpuso resueltamente. El oso al verlo bramó: "¿Y tú qué quieres, despreciable molusco?". "¿No vio mi caparazón?". El instante fue aprovechado por la mulita, quien se escondió ayudada por el Pajarillo Amarillo.
Hacía ya tres lunas que la Bruja...
Daniel Rabinovich: Tres lunes.
Marcos Mundstock: Hacía ya tres lunas...
Daniel Rabinovich: Tres lunes, Marquitos.
Marcos Mundstock: Hacía un tiempo... que la Bruja había hechizado al Duque. La Princesa Teresa deambulaba en su búsqueda, acompañada por sus fieles Gansos Mansos. El Pajarillo anunció: "¡Ya llega la princesa! ¡Qué triste está!". Y apareció la Princesa.
La Princesa se lamentaba de su suerte seguida en silencio por los tres Gansos Mansos. Entonces, apareció la Bruja Granuja. (Suena el glisófono). La Bruja se burlaba: "¡Nunca sabrás en qué animal he convertido al Duque! ¡Ni siquiera él recuerda nada, ja ja ja!". La Princesa clamaba: "¿Dónde estás, Sigfrido? Sigfrido, ¿qué clase de animal eres?". Los Gansos consolaban a la princesa: (Suenan los kazoos) "Tranquilízate", dijo el gansito pequeño. "Ten calma", agregó la gansa robusta. "Todo irá bien", dijo el ganso viejo. "¿No vio mi caparazón?". (Esta última pregunta con voz del molusco)
De pronto, la gansa lanzó un grito, le dio una tremenda bofetada a un cuarto ganso enorme que estaba a su lado y salió corriendo. El ganso enorme no era otro que... el Oso Libidinoso disfrazado de Ganso, que perseguía a la gansa ofreciéndole una margarita al grito de "¡Sublime éxtasis de amor, gansita, vayamos, vayamos pronto!". Los Gansos fueron en ayuda de la gansa robusta, y la Princesa se quedó sola.
"No debo flaquear", díjose la Princesa, "debo encontrar al Duque". Pero, en ese momento, se hicieron oír los bajos instintos de la Princesa: (Suena el bass-pipe). "Olvida al Duque. Recuerda los abrazos de aquel fornido sargento de Lavardelos". "Pero debo cumplir con mi deber". "¿Y si algo falla y el hechizo de rompe sólo a medias? El Duque podría quedar medio animal". "Bueno, en eso es igual el sargento". "Olvida al Duque". "No puedo hacer eso". "¡Olvídalo!". "No puedo". "¡Olvídalo!". "No puedo". "¡Olvídalo!". "No puedo".
Daniel Rabinovich: ¡Yo tampoco puedo!
Marcos Mundstock: Mientras esto sucedía en el bosque, (Marcos cambia su tono de voz) veamos qué pasaba en una pacífica granja cercana. El granjero, silbando distraídamente, ordeñaba a la Vaca Resaca. La Vaca Resaca rumiaba sus pensamientos... y otras flores que había comido esa mañana. "¡Que extraño!", pensaba la Vaca Resaca, "Es la primera vez que me ordeña de tarde", y comenzó a girar su cabezota para pedirle al granjero que no insistiera. Cuando lo vio al granjero, Resaca lanzó un mugido de sorpresa y salió corriendo. El granjero no era otro que... el Oso Libidinoso disfrazado, quien comenzó a perseguirla ofreciéndole una margarita al grito de: "¡Sublime éxtasis de amor, vaquita, vayamos, vayamos pronto!".
En el bos... (Vuelve a su tono de voz). En el bosque, la Princesa, ayudada por los Gansos Mansos, seguía tratando de descubrir cuál de los animales era el Duque hechizado. Ya habían interrogado a casi todos sin ningún resultado, hasta que... "¡Ustedes dos!", bramaron los Gansos dirigiéndose al pajarillo y a la mulita, "¿Qué hacían la noche en que el Duque fue hechizado?". "Nada, nada". "¡Confiesen!". "Y bien, sí, pero nos vamos a casar". Un fracaso más.
"¡El Jabalí, miren!", dijo la Princesa, "¡Sí, sí, no hay duda, tiene la misma mirada que el Duque!". El Jabalí, con sombría voz declaró: "Es que yo no soy un jabalí". "¡Oh!", se sorprendieron todos. "Yo soy...". "¡Él es...!". "Un Duque hechizado". "¡El Duque Sigfrido!". "No, el Duque de Mantua". "¿Y qué haces aquí?", preguntó sorprendida la Princesa. "Me echaron de Rigoletto". La última posibilidad había fracasado.
De pronto, de la espesura surgió el Oso Libidinoso. "¡Aguarden!" , exclamó el Oso, y continuó diciendo; "Al ver a la Princesa Teresa y oír lo que ustedes hablaban, recuperé la memoria. Ahora entiendo el porqué de mi vergonzoso desenfreno. He sido víctima de un cruel encantamiento. Gracias, amor mío, por venir a salvarme. Yo soy el Duque Sigfrido". La Princesa lo tomó al oso de la mano y ambos se internaron en la gruta nupcial del amor mágico. Una vez repuestos de la sorpresa, los animales, emocionados y en silencio, se quedaron en la entrada de la gruta a la espera del regreso de la noble pareja.
Al fin, el ganso viejo anunció: "¡Atención, que ya vuelven!". En efecto, primero apareció la Princesa Teresa y detrás de la Princesa... ¡el oso todavía no se había transformado! "No entiendo, Duque, no entiendo", dijo la Princesa; "hemos hecho todo bien". El oso bajó la cabeza y musitó: "Yo no soy el Duque... era una mentirita". Se armó entonces un gran revuelo. Los animales se peleaban por acercarse a la Princesa, gritando todos: "¡Yo soy el Duque!". "¡No, mentira, soy yo, señorita!". "¡Pruebe conmigo, que no se va a arrepentir!".
Hasta que la Bruja Granuja gritó: "¡¡Basta!! Aléjense, déjenla sola, déjenla sola a la Princesa. Yo, envidiosa del éxito de la Princesa, quise perjudicarla, pero ahora me doy cuenta de que le hice un favor. ¡Atención, les diré cuál es el Duque! El Duque Sigfrido es... el Molusco". Y la Bruja Granuja se lanzó a llorar desconsoladamente mientras el oso, conmovido, le ofrecía una margarita. Todos felicitaron al Molusco, quien tomó a la Princesa del brazo y se la llevó a la gruta como un Duque. Una vez repuestos de la sorpresa, los animales, emocionados y en silencio, se quedaron en la entrada de la gruta a la espera del regreso de la noble pareja.
Hasta que por fin aparecieron la hermosa Princesa Teresa y el apuesto Duque Sigfrido el Erguido, con las manos entrelazadas y mirándose a los ojos. Dijo el Duque: "Gracias, amor mío, por venir a salvarme". "No me lo agradezcas", dijo ella, "para mí fue un verdadero placer". "Ahora iremos a palacio a festejar nuestra boda" , dijo él, "y seremos muy felices". "Oh, Sigfrido", dijo Teresa, "quisiera pedirte una cosa", y dijo algo al oído del Duque. "Concedido", contestó el Duque, "tendrás la dama de compañía que tú deseas".
Y ya el Duque y la Princesa inician su triunfal regreso al palacio. Todos los animales los escoltan en eufórico cortejo. Los animales bailan alegremente. Y allá van todos, felices y contentos, a celebrar los fastuosos esponsales. Y encabezando el cortejo, el Duque radiante y la Princesa con su flamante dama de compañía... el Oso Libidinoso.