Les Luthiers cuentan la ópera
(Espectáculo "Les Luthiers cuentan la ópera")


Ficha de la versión 
Obra Les Luthiers cuentan la ópera
Versión

Espectáculo "Les Luthiers cuentan la ópera"
Fecha Sábado, 16 de diciembre de 1967
Duración 01:07:00

Relator en vivo y en off: Marcos Mundstock
Nicolás Amati: Jorge Maronna
Antonio Stradivarius: Daniel Rabinovich
Francisco I de Francia: Víctor Laplace
Condesa Antonina: Elizabeth Henri
Conde Salvador: Marcos Mundstock
Bonifacio: Daniel Rabinovich
Rafaello: Mario Candel
Rosendo el mozo: Gerardo Masana
Arquímedes: Víctor Laplace
Un oscuro personaje: Víctor Laplace
Juglar: Mario Candel
Pianista acompañante: Armando Krieger.


Relator (en off): 1356, Les Luthiers inventan el “cello legüero”. 1418, Les Luthiers construyen el “yerbomatófono”. 1533, Les Luthiers crean la “máquina de tocar”. 1670, Les Luthiers descubren el “gom-horn”. 1725, Les Luthiers conciben el “contrachitarrone da gamba”. 1886, Les Luthiers idean el “latín”. 1925, Les Luthiers diseñan el “bass pipe”. Hoy, Les Luthiers cuentan la ópera.

(Suenan los acordes de “Aída” de Verdi)

Relator (en off): La escena en Cremona, cerca del río Po. Taller de Nicolás Amati, renombrado luthier de la época. Ha pasado un año. El anciano Nicolás trabaja aparentemente como siempre, sin embargo, una honda pena lo aflige, Rafaello, su hijo adoptivo, ha hecho abandono del hogar paterno al enterarse, por boca de una vieja criada, de que Amati no es su padre. El desdichado anciano ignora que la criada ha dicho algo más, que Rafaello siendo niño aún fue robado y abandonado en la puerta de un convento de Dominicos y que su padre verdadero, ni murió ni fue guerrero, como le habían hecho creer. Las cavilaciones de Amati son interrumpidas por la alegre y despreocupada entrada de su aprendiz, quien con el tiempo llegaría a ser Antonio Stradivarius. Europa entera presencia la expansión del imperio de Carlos primero de España, quinto de Alemania.

CORO:
Somos Les Luthiers
Somos Les Luthiers
Les Luthiers, Les Luthiers

Con muy extraños elementos
y un arte singular
hacemos nuestros instrumentos
que pronto tendrán que sonar.

(suena el latín)
CORO:
Que frase tan melodiosa
tocáis con esa cosa

(suena el contrachitarrone)
CORO:
Sublime es el acento
que emite este esperpento

CORO:
Con muy extraños elementos
y un arte singular
hacemos nuestros instrumentos
que pronto tendrán que sonar.

(suena el dactilófono)
CORO:
Oh! cuanta maestría
en dactilografía.

(suena el yerbomatófono)
CORO:
Como este no hay ninguno
para un buen desayuno.

Con muy extraños elementos
y un arte singular
hacemos nuestros instrumentos
que pronto tendrán que sonar.

(suena el cello legüero)
CORO:
Son sus antepasados
bastardos, descastados

(suena el gom-horn)
CORO:
Suena sobremanera
un trozo de manguera

CORO:
Con muy extraños elementos
y un arte singular
hacemos nuestros instrumentos
que pronto tendrán que sonar.

(suena el bass pipe)
CORO:
¡Qué grande, qué imponente!
le falta la patente

CORO:
Con muy extraños elementos
y un arte singular
hacemos nuestros instrumentos
que pronto tendrán que sonar.

Con muy extraños elementos
y un arte singular
hacemos nuestros instrumentos
que pronto tendrán que so...
que pronto tendrán que so...
que pronto tendrán que sonar.


Relator (en off): El rey Francisco I de Francia se apresta a enfrentar a Carlos V en la batalla de Pavía. En su fuero interno algunas inquietudes le preocupan. Piensa en la capitulación que deberá suscribir luego de la derrota, que intuye inevitable, e imagina las formas de recuperar después su libertad sin cumplir el pacto. Lo aflige la suerte de su heredero quien con el tiempo llegaría a ser Enrique II, que no solamente habría de morir por accidente en un torneo, sino que además casaríase con Catalina de Médicis. Por si todo esto fuera poco, han llegado noticias al rey de que un peregrino desconocido, quien dice proceder de Cremona, ronda desde hace varios días la corte, con intenciones poco claras. El monarca cree recordar que el peregrino es un agente secreto a su servicio, pero ni el mismo se atrevería a asegurarlo. Hace tiempo que no recibe noticias de su hombre de confianza en Sevilla, el Conde Salvador, y comienza a sospechar una traición. Si el Conde Salvador dejara de serle fiel, no vacilaría en poner en poder de Carlos V valiosos secretos estratégicos que podrían convertir la futura derrota de Pavía, en un verdadero desastre. Francisco I, ha enviado emisarios especiales a Siracusa, para ofrecer al sabio Arquímedes la posibilidad de proseguir sus tareas de investigación en las cortes de Francia, y poder así usar las máquinas de guerra que inventara para defender a Siracusa de la invasión de los romanos, pero los días han transcurrido sin novedades, la fecha de la batalla ha llegado, y el atribulado monarca no tiene más remedio que arengar a los hombres que se dirigen a la lucha. A tal fin, reúne a sus tropas en el patio de armas del palacio para pasarles revista, e infundirles valor. Un valor que hasta él mismo, el rey, por momentos siente.

(La orquesta ataca la Obertura. En medio, reclinado, se halla Francisco I)

DR:
¡Alto! A su majestad, el rey Francisco I de Francia:
¡Vista derecha! ¡Vista al frente!

Francisco I:
Mis valientes, oíd al rey que soy yo,
a combatir, a combatir al enemigo
nos dirigimos con ímpetu guerrero.

Nunca teman en la lucha a la muerte
ved como yo siempre tuve mucha suerte
Podéis confiar, soy valiente, el rey
a la victoria os guía vuestro rey
A combatir, y que viva la guerra
contra la España, la Italia y la Inglaterra
Combatiré yo también desde atrás
la retaguardia a mi me gusta más

MM: Joven francés, 16 a 22 años, si usted posee una profunda vocación de mando, y el bien común no le resulta indiferente, si se siente comprometido con los grandes destinos del imperio, ingrese como cadete a la escuela real de mosqueteros, y lábrese un brillante porvenir. La escuela real de mosqueteros le ofrece la oportunidad de capacitarse en una profesión digna, que lo convertirá en hombre de provecho para su familia, su patria y su rey. Para inscripción e informes, dirigirse, muñidos de fe de bautismo, a Rue D’Artagnan 18, segunda escalera.

Relator (en off): En toda Sevilla se murmura que el peregrino de Flandes, que desde hace un tiempo ronda las calles bajas de la ciudad, oculta sus intenciones y hasta miente respecto de su origen. Un misterioso gitano ha predicho que algo extraño ha de acontecer en Sevilla, en consecuencia, no sería nada raro que el peregrino fuera Rafaello de Cremona, y que su gran sombrero fuera una prenda a la vez sobria y elegante para disimular su verdadera identidad. En el castillo del Conde Salvador nadie presta oídos a tales habladurías. La Condesa Antonina observa la tormenta que se avecina y se sume en triste recuerdos. Evoca la noche en que un pirata intentó seducirla y el terror la estremece. Luego, el deshonor y un hijo, fruto de esa unión perversa, y el pirata que huyó riendo y el hijo que le fue robado y el Conde generoso que se unió a ella olvidando su pasado. Solo el recuerdo del hijo perdido empaña la felicidad de la Condesa, junto a su esposo y a Bonifacio, hijo de ambos, legítimo. Rosendo, enigmático servidor del Conde, aparentemente fiel, con el pretexto de servir a la Condesa vigila los movimientos de ésta.

(Entra Rosendo y echa una rápida mirada a los personajes, luego hace mutis)

Antonina: La tempestá é vicina... é vero.
(Cruza la escena un rayo de utilería, sostenido por uno de los músicos.)
¡Caracoles! ...domani no avrá sole.
¡Ah!, povera Antonina, ¡ah!, povera Antonina

Ricordo quella notte
en que fui disonorata
per uno crudel pirata
y desde entonces tremo de pavor.

Ya nada sé del figlio amato
si está vivo o ben si é morto
si es alto, o ben si es corto
si es nariguto... o ñato.

Él pensará en sua madre
quella que lo ha parito
piangendo el pobrecito
despedazato il cuor

Ay, mamá, que noche aquella
en que al mondo me lanzaste
mas no fue culpa mía
fue culpa de un pirata
e dopo el gran canalla
ridendo, ridendo, se rajó
oh, oh, ridendo se rajó

(Entra el Conde Salvador)

Salvador:
Esposa mia amata
¿que fate qui sentata?

Antonina: nata

Salvador:
Rispóndeme, parlate
y calma mia ansietate

Antonina: ¡Andate!

Salvador:
Tanto dolor rivela il tuo sembiante
que ya non voglio que me parli más
lo indovino al vederti por delante
lo capisco al vederti por detrás

Los dos:
Por detrás, por detrás
entran las palomas en el palomar
¡Ay, ay, ay! ¡Ay, ay, ay!
desde aquí las veo repichonear.

(Suenan golpes a la puerta del castillo)

Los dos:
Chito, silenzio
la porta ha suonato
chito, silenzio
perché suonará
Será algún caminante
que se quiere albergar
Será algún caminante
que se quiere albergar

(Entra Bonifacio)

Bonifacio: ¡Padre mío!

Salvador: ¡Oh!, ¿qui viene?

Antonina: Es tuo figlio, nostro nene.

Bonifacio:
A la porta del castello hay un uom con gran capello.
Lo ha sorprenduto la gran tormenta
el se ha perdutto y se lamenta
el poveretto pide pasare
e un colchonzino per dormitare

Antonina: Noi siamo hospitalari

Bonifacio: Pasate

Salvador:
¡Adelante!
Tu le farai, le honori a questo uomo,
io tengo que facer y me las tomo.

Relator (en off): Francisco I de Francia ha perdido la batalla de Pavía, fue hecho prisionero por Carlos V, y al recuperar la libertad, ha regresado a la corte profundamente deprimido. Rafaello de Cremona hace ya largo tiempo que dejó de rondar la corte y los esbirros que el rey envió en su seguimiento, pronto lo perdieron de vista, aunque sospechan que partió hacia Sevilla. Los enviados reales a Siracusa fracasan en su intento de conducir a Arquímedes a Francia. El sabio, se pasa los días sumergido en hondas elucubraciones, tratando de desentrañar el principio que rige la conducta de los cuerpos en el agua. Sus discípulos, alarmados por el peligro de una nueva invasión romana, lo instan a que acelere el ritmo de sus descubrimientos.

(Los músicos rodean a Arquímedes, quien se encuentra dentro de una bañera)

CORO:
Cuando un cuerpo se sumerge, qué sucede, ¿eh?
en el agua que contiene un recipiente, ¿eh?
sale a flote porque tiene condiciones, ¿eh?
o se hunde para siempre y que se embrome, ¿eh?

Qué será de nuestros buques y veleros, ¿eh?
si te niegas a encontrar su metacentro, ¿eh?
cuándo piensas descubrir tu gran principio, ¿eh?
de los cuerpos en el agua y su equilibrio, ¿eh?

Arquímedes, Arquímedes, respóndenos por favor
Arquímedes, Arquímedes, respóndenos por favor
Se pasa la vida entera metido en la bañadera
Arquímedes, Arquímedes, respóndenos por favor

Qué pasó con ese espíritu inventivo, ¿eh?
que salvó a Siracusa del peligro, ¿eh?
cómo harás con los romanos cuando insistan, ¿eh?
en sus planes de invasión y de conquista, ¿eh?

O te piensas que a nosotros nos divierte, ¿eh?
que te pierdas todo el día con tu higiene, ¿eh?
para qué necesitamos tus servicios, ¿eh?
si demoras en decirnos tu principio, ¿eh?

Arquímedes, Arquímedes, respóndenos por favor
Arquímedes, Arquímedes, respóndenos por favor
Se pasa la vida entera metido en la bañadera
Arquímedes, Arquímedes, respóndenos por favor

Arquímedes: ¡Baricentro!

Relator (en off): Antonina se apresta a brindar una hospitalaria recepción al peregrino que acaba de entrar. A su noble corazón poco importa que sea de Flandes o de Cremona, o que esté o no al servicio de la corte de Francia. Lo único que tiene presente es que sorprendido por la tormenta el peregrino busca albergue y allí está ella para dárselo. No se imagina, la desdichada, los episodios que se desencadenarán a partir de ese momento en su propio castillo. El Conde se ha retirado para preparar cierta excursión, sobre la que guarda absoluto secreto. Bonifacio, su hijo, deambula ensimismado por los salones del castillo. Rosendo, realiza una de sus enigmáticas visitas a la mazmorra. Antonina y el peregrino están frente a frente, a solas.

Antonina: Pasad sin complimenti

Rafaello: Io sono muy decenti

Antonina: Asiento poi tomate

Rafaello: Mi piace in la ensalata

Antonina: Explicate

Rafaello: Mi piace in la ensalata

Antonina:
Cual encanto com’é bello
e sua voce peregrina
al veder su gran capello
sua carpeta se indovina

Rafaello:
Es un angel tutelare
cual mia madre lo sará

Antonina: ¡Qué ventura!

Rafaello:
¡Qué piacere!
Si me viera mi mamá
Antonina: Si lo viera su mamá

Los dos:
Si me viera mi (su) mamá
Mamá, mamá, mamá

Antonina:
Giovinotto disgraziato
¿a tu madre hai conosciuto?

Rafaello:
No signora, fui robato
e per questo soy perduto

Antonina:
¡Ah!... mio figlio, cual sospetto
questo e providenciali
¿Tu non hai una señali?

Rafaello: Tres pelitos en el petto

Antonina: ¿Tres pelitos?

Rafaello: Tres pelitos

Los dos:
los tres pelitos del pecho
la señal, eran la señal, eran la señal.

Antonina: ¡Tu sei mio figlio!

Rafaello:
¡E voi mia madre!
Diteme ahora qual fue il mio padre

Antonina:
Il fue un pirata
que en mio castello
metió la pata

Los dos:
... metió la pata

Al fin te trovo (me trovas)
tu abraccio espero
y sin sombrero
io t’ameró
io t’ameró

Rafaello: ¡mamma!

Antonina: ¡figlio!

(Los dos se confunden en un abrazo y en ese momento entra Bonifacio, quien los sorprende)

Bonifacio: ¡Que vedo!

Relator (en off): El luthier Nicolás Amati se encuentra al borde de la desesperación. Desde que su querido Rafaello abandonó Cremona, solo ha recibido vagas noticias sobre su paradero. Algunos aseguran haberlo visto en la corte de Francisco I de Francia, pero otros niegan la versión y creen, en cambio, que merodea por los alrededores de Sevilla. El anciano sufre como una madre y de nada valen las atenciones de su aprendiz, ahora convertido en apuesto mancebo. Stradivarius es el luthier de moda. La nobleza europea se lo disputa y las distintas casas reales rivalizan por contar con su presencia. Al regreso de su última gira, Stradivarius, quien venera a su maestro Amati, recomienda a éste cierta droga que algunos mercaderes trashumantes traen de sus viajes desde las indias occidentales, y que, según dice, curan los males del alma, provocando eufóricas visiones y alucinaciones balsámicas.

Un oscuro personaje, que luego tendrá una importancia decisiva en el desenlace de la tragedia, que lentamente va urdiendo su trama, es elegido por Antonio Stradivarius para conseguir la droga, su verdadero origen es Flandes, aunque su niñez transcurrió en Cremona. Ha debido huir de Sevilla, por ciertas cuentas pendientes con el juez de paz, quien lo persigue tenazmente. El Conde Salvador, no es del todo ajeno al asunto, pero mantiene una sospechosa amistad con el magistrado. El Conde y el Juez, ha sido vistos en compañía de un extraño corsario... negro él, quien hace frecuentes viajes en su bergantín pirata, entre Cremona y Flandes, con escala en Marsella, entrevistas a las cuales el Conde concurre acompañado por Rosendo, su fiel y enigmático servidor. A todo esto, el Oscuro Personaje, a quien también buscan los cortesanos de Francisco I, para que rapte a Arquímedes de Siracusa deambula secretamente por las tortuosas praderas de un sórdido virreinato de las Indias Occidentales en busca de la droga portentosa

DR: ¡adentro!
CORO:
Ácido, ácido, ácido, ácido,
ácido, ácido, ácido, ácido.
Qué lindo es castigarse, que lindo es castigarse

MM:
Explorar el inconsciente, sin ningún temor,
con espíritu valiente, sin ningún temor.

CORO: Si quieren probar
MM: presten atención,
CORO: ya les vamos a contar
MM: presten atención.

CORO:
Apronten la libreta, anoten la receta,
porque esto no es un cuento, es un medicamento
Ya le vamos a contar
MM: presten atención.

DR: Segunda...
CORO:
Ácido, ácido, ácido, ácido,
ácido, ácido, ácido, ácido.
Conozca el interior, conozca el interior.
Conozca el interior, conozca el interior.

MM:
A vivir ensoñaciones con el ácido,
alucinaciones, con el ácido
CORO: Óigame, inhibido
MM: con el ácido
CORO: suelte su libido
MM: con el ácido.

CORO:
Aflójense las ropas, alcemos nuestras copas,
una nueva experiencia que nos brindó la ciencia
Suelta la libido: el lisérgico.


V. Laplace:
Te fuiste y no volviste
Tremenda desazón de soledad y eterna despedida
Te fuiste y no volviste
condena de un alma torturada por su fatal destino
hondo sentimiento de pampa y distancia
que pugna por expresarse al conjuro de la zamba
que asume aquí su total dimensión de liturgia telúrica.
Te fuiste y no volviste

DR: ¡Adentro!
CORO:
Te fuistes , te fuistes, te fuistes
y no volvistes
Te fuistes, te fuistes,
y no volvistes...
y no volvistes...
desde que te fuistes
Te fuistes, te fuistes, te fuistes
Te fuistes , te fuistes, te fuistes
y no volvistes...
y no volvistes...
y no volvistes...
y no volvistes...
DR: ¡se acaba!
CORO: desde que te fuistes


Relator (en off): Bonifacio ha sorprendido a su madre y al peregrino en equívoca situación. Inmediatamente sospecha lo peor, es lo que pasa siempre. Le bullen en la sangre contradictorios impulsos de venganza y piedad, odio y misericordia. Frente a él, lo que cree el honor mancillado de su casa, su familia, su padre todo. En un instante desfilan ante su atribulada mente los días felices de su niñez, cuando su padre, el Conde Salvador, lo llevaba a navegar por el Guadalquivir y él se mojaba contento los pies; cuando su madre, a la que él cree en pecado, vigilaba amantísima sus lecciones de clavicordio. Inmediatamente compadece a su padre, el Conde, quien sin sospechar nada prepara su excursión secreta al servicio de, sabe Dios, qué noble causa. Siente que el instante en que sorprendió la terrible escena marcó en su alma la ruptura definitiva de algo.

Bonifacio:
¡Qué vedo! Está abraciato
Sacá los pies del plato

Rafaello: Un altro

Antonina: Cierra el pico que questo es otro chico.

Bonifacio:
Si mio padre videra lo que yo he visto
una en casa se armaba de Dios es Cristo

Subito darmi la explicazioni
de questo abraccio tan liberal
Si no al momenti
questi pendeji
senza pelleji, senza pelleji
se quedará

(Trio concertante)

Antonina+Rafaello: Ya la metimos, nos ha sorprenduto
Bonifacio: subito darmi
Antonina+Rafaello: E come un brutto nos castigará
Bonifacio: la explicazioni
Antonina+Rafaello: ma taci taci, e il mio (suo) fratello
Bonifacio: de questo abraccio
Antonina+Rafaello: un gran camelo se llevará
Bonifacio: tan liberal. Subito darmi... etc.

(Suenan pasos)

Antonina: ¡Silenzio!, il mio marito

Rafaello: ¿Sará mio papaíto?

Antonina: No

(Entra el Conde con su uniforme de guerra)

Rafaello: ¡Ah, que figurone!

Bonifacio: T’ispanta il morrione...

Salvador:
Io sono il propio
que flor de opio

Antonina: Vederte así me aterra

Salvador: perché parto a la guerra

Antonina: ¿a la guerra?

Rafaello: ¡a la guerra!

Bonifacio: ¡a la guerra!

Salvador: Sí, a la guerra

Los cuatro:
Mambrú se fue a la guerra
lirondón lirondón lirondella
Mambrú se fue a la guerra
no sé cuando vendrá

Bonifacio: (al Conde) Aspetate...

Salvador: ¿Qué?... parlate

Bonifacio: ... e un secreto ...

Salvador: rivelate

Bonifacio: escuchate...

Salvador:
(a la Condesa y al peregrino) ...retirate...
(a Bonifacio) y tú, explicate.

Rafaello: Io tremo

Antonina: Al fin vedremo

Bonifacio:
Al peregrino osato
mia madre lo ha abracciato

Salvador: ¿e certo?

Bonifacio: fa un momento

Salvador: facciamo un escarmiento

Antonina+Rafaello: ¡Ay mi late troppo il cuore!

Salvador: ¿ma con qué la morte dargli a quel briganti?

Bonifacio: Administrarle una copa de espumante... convidargli

Salvador: ...giá comprendo...

Bonifacio: llamemos a Rosendo

(Entra Rosendo con una bandeja y dos copas)

Relator (en off): Los cortesanos de Francisco I ven postergados sus planes. El oscuro personaje ha desaparecido de las Indias y todavía no apareció en ninguna otra parte. Arquímedes sigue en Siracusa tratando de descubrir su principio, aunque planea un viaje a Cremona. Un extraño espadachín flamenco ha mantenido secretas conversaciones con Francisco I, pero Rafaello no puede ser porque está en Sevilla. La ira y el tedio del Francisco I de Francia crecen día a día. Sus cortesanos deben entretenerlo mientras no se concretan sus designios. A tal fin, conducen ante el monarca un grupo de juglares, sorprendidos haciendo las delicias de ciertos mercaderes trashumantes, que trasladan un extraño cargamento desde Andalucía a los Países Bajos. Al principio, los juglares no se atreven a verter el contenido de sus lascivas coplas ante el soberano, pero son obligados a hacerlo. Temen ser castigados por la procacidad de sus cantares, mas deben actuar por fuerza. Por lo tanto, han elegido para su presentación frente al rey, “Canción a la cama del olvido”, que ya le brindan.

(Francisco I está recostado. Frente a él, los juglares le interpretan su canción)

Juglar:
En mi pieza hay una cama
la que llamo del olvido
por dar consuelo a mi drama
cuando estoy muy abatido.

Si de las penas la hiel,
me acorrala con su acecho,
recuerdo el refrán aquel
que decía: A lo hecho, lecho.
que decía: A lo hecho, lecho.
Mi cama disipa el luto
que tortúrame y agita
cuando en ella lo discuto
con alguna señorita.

Cama me hiciste sentir
que si no quiero amargarme,
antes de irme a dormir
es muy útil acostarme.
es muy útil acostarme.


Relator (en vivo): La indignación del rey Francisco I de Francia ante la negativa de Arquímedes de ponerse a servicio no tiene límites. Las influencias que ha utilizado para enemistar al matemático con las autoridades de Siracusa, dieron resultado por fin. No sería ajeno a dichos manejos cierto corsario de Mauritania que trata de congraciarse con Francisco I y el oscuro personaje, sorpresivamente reaparecido en una concurrida vinería del Pireo. Arquímedes es perseguido y sus teorías proscriptas, aduciendo abusivas alusiones a sexo, violencia y alucinaciones. El sabio debe huir, pero sus desvelos ya han engendrado el fruto mayor, el así llamado Principio de Arquímedes.

Arquímedes: Cuando un cuerpo está enteramente sumergido en un líquido en equilibrio, sí...cuando ya todo es igual para él, cuando se siente abandonado por el universo, ese universo que permanece indiferente más allá de la superficie de separación “liquido-aire” que siempre se mantiene horizontal, porque es el lugar geométrico de todas las moléculas sometidas a la presión atmosférica. Cuando ese cuerpo siente esfumarse lentamente su relación con el alienado mundo de los que creen que viven. ¡Ay de ellos! Cuando ese cuerpo extingue su vivencia postreras en el seno del líquido que alberga su agonía...¡zacate!... el empuje. ¿Pero qué es el empuje? ¿Es en verdad un impulso que devuelve las esperanzas perdidas? ¿Es el flujo vital que nutre los últimos vestigios de la resurrección? No, nada de eso. El empuje es la resultante única de las fuerzas que el líquido ejerce sobre la superficie del cuerpo, como si intentara oprimirlo hasta su asfixia, y esta resultante es única, igual, y directamente opuesta al peso del volumen del líquido desalojado, y entra directamente por el centro de gravedad de este volumen, atravesando el cuerpo sin piedad y sometiéndolo a un suplicio irremediable. Eso sí, hay otros cuerpos que flotan.


Relator (en off): Sevilla. En el castillo del Conde Salvador la tragedia se precipita. La Condesa Antonina no se atreve a confesar a su esposo que Rafaello es hijo de ella.... natural. El noble, cegado por el furor homicida, solo piensa en la venganza. Bonifacio deberá verter el veneno en la copa de vino. No sospecha el noble, que su hijo comprendió mal las instrucciones y se dispone a envenenar la magnesia. El peregrino, que no es otro que Rafaello, no el de Cremona, sino otro, sospecha que algo se trama en contra suyo y piensa precipitadamente en comunicarse con un enviado secreto de Guillermo de Orange, precisamente el peregrino de Flandes, que parecía provenir de Cremona pero que verdaderamente resultó ser originario de Flandes. En esos momentos fallece el viejo Amati, víctima del dolor, y antes de que la droga milagrosa pudiera arribar a Cremona. Simultáneamente, en un naufragio organizado por el Oscuro Personaje, perece el hijo adoptivo de Amati, quien no era otro que el jefe de los mercaderes trashumantes que se dirigían a los Países Bajos. Enterado el Oscuro Personaje, por boca de un viejo alabardero del rey de Francia de que el hijastro de Amati era el heredero del sultanado de Irán, no tiene otra alternativa que inmolarse en el harakiri ritual de sus mayores. Rafaello de Cremona se ha retirado, a todo esto, de sus actividades de conspirador. Al mismo tiempo que el naufragio ocurre, y ominosamente a veces la vida real supera las ficciones más estrafalarias, el Juez de paz sevillano fallece, víctima de un extraño mal, invocando en su agonía con desesperación, a Antonio Stradivarius. En Siracusa, Arquímedes sigue investigando a escondidas pero su fama declina ostensiblemente, y sus misteriosas teorías van cayendo en el olvido. Por el contrario el Corsario Negro no da abasto. Mientras esto sucede, los cuatro juglares han logrado vender el primer millón de códices, conteniendo la Canción a la cama del olvido, Francisco I los condecora... y muere. El Corsario de Mauritania no es otro que el Corsario Negro. En Sevilla, en el castillo del Conde, el enigmático Rosendo espera los acontecimientos. El Conde Salvador ya no recuerda su misión guerrera al Levante, que en verdad era una misión de paz y acercamiento a las Indias Occidentales. Solo ansía dar muerte al peregrino. No sospecha que un raro y trágico encadenamiento de sucesos se avecina.

Salvador:
Ofrezco este buen vino
a questo peregrino

Antonina: Infame ¿qué facete?

Salvador: ya lo vedrai... (al peregrino) bevete

Rafaello: mi sento algo escamato

Bonifacio: ben pronto habrá espirato

Salvador:
Bebed di questa copa
ilustre peregrino
bebed sin aprenzione
bebed...

Bonifacio: ... bebed...

Salvador+Bonifacio: ... bebed...bebió, bebió

Antonina: Mentecato, veneno bebiste

Rafaello: Maledetta, ¿perché no me lo dijiste?

Antonina:
Toma, toma, magnesia purgante
y el veneno del corpo saldrá

Rafaello: dame, dame...

Antonina: toma, toma...

Antonina+Rafaello:
y el veneno lanzato sará
lanzato sará, lanzato sará

Salvador: La magnesia m’ho bevuto

Bonifacio:
¡La magnesia! Sei perduto
¡En su fondo contineva la menesunda!

Antonina+Rafaello: ¡Cielo!

Salvador:
¡Ah! Ya siento de la morte
sopra mi testa il braccio

Bonifacio: ¡Ay, padre!

Salvador: ¡Bonifacio!

Antonina+Rafaello: ¡Signori!

Salvador: ¡Ahhhhh!

(Salvador cae muerto)

Antonina+Rafaello: ¡Crepó!

(Los tres entonan una canción fúnebre)

Bonifacio: (abalanzándose sobre Rafaello) ¡Venganza contra il pérfido!

Antonina:
Detente per pietá
e un altro figlio mío

Bonifacio: ¡mi hermano!

Rafaello: E veritá

Bonifacio+Rafaello:
Somos hermanitos
somos hermanitos
somos hermanitos
¡qué barbaridad!

Antonina:
Ascoltami un momento
voy a contar un cuento:

Una infeliz giornata
mientras tranquila dormía
me sorprendió un pirata
y me hizo una porquería
Tu sei la amarga fruta (señalando a Rafaello)
di quella trapatiesta
e al verme assai perduta
il morto me desposó
¡Ah!

Rafaello: ¡Eh!

Bonifacio: ¡Ih!

Salvador: (desde el suelo) ¡Oh!

(Los personajes no dan crédito a sus oídos y repiten lo anterior)

Antonina: ¡Ah!

Rafaello: ¡Eh!

Bonifacio: ¡Ih!

Salvador: (reincorporándose) ¡Oh! ¡Poco a poco!

Los tres: ¡Vivo!

Salvador:
certo...
Escuché tu relazione
y en verdad hay confesione
que resucitan a un muerto

Io sono il pirata
il padre inhumano
io sono il pirata
que te deshonró

Bonifacio:
si viene per plata
il nuovo fratello
valiente camelo, valiente camelo
se lleva el bribón

(Cuarteto concertante)

Antonina: Io sono dichosa, etc...
Rafaello: Io sono dichoso, etc...
Salvador: io sono il pirata, etc...
Bonifacio: si viene per plata, etc...

Salvador:
Io sono un padre amante
venite a miei braccio
Rafaello, Bonifacio
y tu ponte aquí delante

(Se ubican los cuatro en una estampa familiar)

CORO:
Ya siamo tutti junti
tengamo una expansioni
andiamo a un bodegoni
ravioles a mangiar

Andian tutti a celebrar
el final de la función
el final de la función
el final...

Arquímedes: Sin embargo hay otros cuerpos que flotan

CORO: ...el final de la función

(Telón)

(En off - durante salida de público)
CORO:
Cuando un cuerpo se sumerge, qué sucede, ¿eh?
en el agua que contiene un recipiente, ¿eh?
sale a flote porque tiene condiciones, ¿eh?
o se hunde para siempre y que se embrome, ¿eh?

Qué será de nuestros buques y veleros, ¿eh?
si te niegas a encontrar su metacentro, ¿eh?
cuándo piensas descubrir tu gran principio, ¿eh?
de los cuerpos en el agua y su equilibrio, ¿eh?

Arquímedes, Arquímedes, respóndenos por favor
Arquímedes, Arquímedes, respóndenos por favor
Se pasa la vida entera metido en la bañadera
Arquímedes, Arquímedes, respóndenos por favor

Qué pasó con ese espíritu inventivo, ¿eh?
que salvó a Siracusa del peligro, ¿eh?
cómo harás con los romanos cuando insistan, ¿eh?
en sus planes de invasión y de conquista, ¿eh?

O te piensas que a nosotros nos divierte, ¿eh?
que te pierdas todo el día con tu higiene, ¿eh?
para qué necesitamos tus servicios, ¿eh?
si demoras en decirnos tu principio, ¿eh?

Arquímedes, Arquímedes, respóndenos por favor
Arquímedes, Arquímedes, respóndenos por favor
Se pasa la vida entera metido en la bañadera
Arquímedes, Arquímedes, respóndenos por favor


url: http://www.lesluthiers.org
e-mail: webmaster@lesluthiers.org